lunes, octubre 02, 2006

EL ARTE DE SIMULAR FRENTE A LOS HOMBRES ... ( FINAL)

THE EMMA THOMPSON STYLE Es común que el hombre -la mujer es más bicha y observa-, en el afán de mostrarse, hable de sí mismo, plantando algunas coordenadas que nos descalifican desde el vamos. A partir de allí, estamos condicionadas y nuestra sinceridad va a ser proporcional a lo segura que una se sienta. Son simples detalles, pero si no hay confianza pueden parecer monolitos. Por citar algo común: en defensa de la música que adora escuchar, desprecia abiertamente la que no sabe que TU escuchás.

O habla pestes de las mujeres que miran tele, sobre todo novelas y programas esotéricos. Y tu, que te enganchaste con algo por el estilo, ponés cara de póquer y te cuidás muy bien de nombrar, a lo sumo, a la National Geographic o al History Channel. ¿Para qué le vas a pintar un óleo de tus reales intereses? Si llegan lejos, ya les vas a ver la tara con TyC Sports. Ni hablar si cae la ficha existencial y hace un manifiesto ateo, mientras tu guardás en la billetera una estampita de la Virgen de la altagracia. En el caso de un intelectual, ojo, viene con mucha letra. No importa, das prioridad al buen comienzo. ¿No es mejor elegir el perfil discreto que reaccionar como una pitecantropus-religiosa? ¿Vas a explicar el no argumento de la fe? Diplomatic silence. Tu tienes fe y que te conozca después de la sonrisa. Dejás madurar el tema. A propósito, súbitamente comentás algo del vino... Al fin y al cabo se lo ve más devoto que tu con el San Felipe.

LA DONNA KUROSAWA Nuestro potencial amorcito no nos da un protagonismo avasallante, pero tenemos mucho interés en conquistarlo. Atiborrado de actividades, genera un espacio mínimo para vernos, y la última noticia es que también se anotó en un curso de Desarrollo Espiritual. Si reclamamos o hacemos planteos precoces, adiós muñeca. Entonces mutamos en algo nouveau, asumiendo la odisea con buen humor, espíritu lúdico y trabajando como locas el tema del desapego, a ver si es cierto que uno se libera de la ansiedad. Tagore recomienda un"párense juntos, aunque no demasiado juntos, porque los pilares del templo están apartados os de otros". Vamos sumando portavelas chinos, zapatitos hindúes, aprendemos a respirar correctamente y ventilamos el hemisferio derecho. Tomamos té verde, buscamos en Osho, Chopra, y estamos más cerca que nunca del Oráculo de Delfos. Muy lindo todo. Pero uno empieza a aburrirse como una flor de loto. ¡Nos hierve occidente en los cinco sentidos! Y ya descubrimos que Mr. Estoy A Full mi agenda especulando con la fecha de vencimiento, como si fuéramos un yogur. ¿Seguimos transmutando energía sin llegar nunca al Nirvana? Cuando independencia significa desinterés, entramos en un terreno de ciencia ficción. No somos honestas ni con nosotras mismas.

DISTRAÍDA ARTIFICIAL Un hombre se acerca "amistosamente" y, entre una cosa y otra, declara su estado civil o su compromiso con absoluta prolijidad (es decir, sin agregados del tipo "...pero es cuestión de tiempo" o "nos estamos separando", que suena terrible, a gerundio "in eternum". Nada de eso.) Aparentemente quiere charlar, y puede que sea el 1er impulso. ¿Por qué no?. A menos que no nos atraiga, no le despertemos nada cuando nos conoce: va camino al ratoneo. O a algo más concreto según el grado de complicidad. Las mujeres advertimos todo. Siempre. Y simulamos no enterarnos, colaborando con más fichas. O dando un paso al costado. Depende. Lo que queda claro es que, en algunas oportunidades, hasta el señor mayor que en el micro comenta algo y nombra a los nietos, al final del viaje pregunta simpáticamente nuestra edad, y así damos 25, 32, o 54, exclama "ahhh, yo te trataba como a una hija...¡¡¡pero tu toda una mujer!!!" Dan ganas de contestar: "¡Y si, señor, me desarrollé a los 12, pero tiene razón , puedo ser su hija". En estas instancias elegimos casi siempre la salida diplomática-elegante porque la forma "amistosa" es tan ambigua que nos pone en peligro de ofside. Ya lo dijo monsieur Balzac: "No sé es amigo de una mujer cuando se puede ser su amante".

¿MUJER MARAVILLA? Aquí nos van los mayores esfuerzos y recursos. Detestamos ser encasilladas y deseamos romper el prototipo de "La edad de la inocencia", donde Daniel Day-Lewis oscila entre su esposa May y la prima Olenska toda la vida. ¿Se acuerdan? Una es absolutamente sagrada, y la otra bien profana. Ninguna mujer es, por naturaleza, del todo conservadora o del todo vanguardista. Y si definimos tan nítidamente los límites, los padeceremos (..."que sepa abrir la puerta para ir a jugar", cantábamos..). Gran desafío. Los hombres llevan siglos cargando este molde: desde las mujeres griegas encerradas en su habitáculo hasta las graciosas hetairas para la danza y la orgía. Pero no hay cosa más auténtica que la fantasía que tenemos con nosotras mismas. La peli que esperamos protagonizar, contorsionándonos en roles esperables, y también actuando según armas y atributos. Que no quepa duda: deseamos "amar hasta que duela", como la Madre Teresa, ser dulces y abnegadas como Caroline Ingalls, distantes e inasibles como Emily Dickinson, irresistibles como Lady Ginebra, y soporte total en la aventura como la Trinity des-matrizada. Como todas juntas. Y haciendo lo imposible para, además escaparnos de ellas. Consejito: evitar siempre el gol en contra "del viste cómo soy...".

No lo saben, ni ven tanto. Y mejor así. Las situaciones son innumerables y no se reducen solamente al plano de la pareja. Van más allá, a la épica nuestra de cada día: involucra a todo lo que deba ser seducido con buenas artes para compensar esos brotes de sinceridad brutal que no nos definen en un extremo. ¿Falseamos lo genuino o procesamos inteligentemente? Puede sonar evolucionista, pero mientras se extinguen las Rimas de Bécquer y se olvidan los sonetos de Shakespeare -aún así, y contra todo minimalismo-, prolongamos la especie.

FINAL.....

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