Si ves que me siento avergonzada, recuerda que la vergüenza es como una tela oscura, muy oscura, opaca, tras la que quiero esconderme.
Si ves que siento rabia, intenta comprender que el felino que habita en mí está mostrando dientes y garras.
Si ves en algún momento que mi mirada está ausente, comprende que me ha invadido la nostalgia que me lleva a huir del recuerdo y no lo consigo del todo. Y esa expresión triste en mi cara refleja una mano pesada, gigante, que está oprimiendo mi corazón. Y esa opresión me angustia porque es un nudo muy apretado y ajustado que aprisiona mi tranquilidad.
Si ves que reacciono por impulsos, debes comprender que tengo un presentimiento. Y un presentimiento no es otra cosa que una idea que pasa por mi mente acerca de algo que, probablemente, ni siquiera ocurra. Y es también motivo de preocupación, que no es otra cosa que un pegamento que no deja escapar de mi pensamiento lo que aún no sucedió y que, si ocurre, no tiene tanta importancia y si no ocurre, me llevó a angustiarme innecesariamente.
Si ves que afirmo algo pero no tengo bases sólidas para hacerlo, estate seguro de que lo hago por intuición, y la intuición es un saltito que pega mi corazón hacia el futuro y que vuelve rápido al momento que estoy viviendo.
Si ves que estoy demasiado seria comprende que me siento culpable, porque la culpa es aquello que te invade cuando sabes que podrías haber hecho algo y ni siquiera lo intentaste.
Si ves que razono demasiado interrúmpeme, porque en ese momento mis emociones se han dormido y tiendo a desmenuzar cada hecho, gesto ó palabra. Porque los sentimientos, todos ellos, cambian según pasan los años. La ansiedad hace que los minutos sean interminables y que la espera se vuelva insoportable. Porque los sentimientos, amado mío, son la lengua que emplea el corazón cuando intenta enviar algún mensaje y utiliza a sus aliados que son la pasión y el amor. La pasión es el sentimiento que se lanza desbocado aunque sepa que existe algún peligro, es irrefrenable.
El amor que se fundió con la pasión es el que sabe que la pasión es su irremplazable compañera. Y es con la voluntad que me lleva a hacer nuevos descubrimientos que escribo desde la lucidez que no es otra cosa que la locura al revés.
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